Señores banqueros (mis pequeñas batallas con ellos)

Publicado el 4 de octubre de 2010 a las 21:05


– Un servicio personalizado no consiste en que me llamen a mi móvil ofreciéndome una hipoteca porque han detectado que he estado echando un ojo en su página web a las condiciones que ofrecen actualmente. Es más, me resulta bastante molesto que hagan tan evidente lo mucho que les divierte trastear con la información que disponen sobre mí. Prefiero ni pensar en la llamada que puedo recibir el día que cometa la imprudencia de echar una canita al aire usando su tarjeta de crédito (Bankinter).

– De nada sirve atraer al cliente potencial con una promoción atractiva si el servicio que se ofrece es sencillamente nefasto y no hay modo humano de pasar de la página de bienvenida en su flamante plataforma web. No ayuda en nada que su servicio de atención telefónica sea pésimo y sus teleoperadoras más que ayudar incentiven con su actitud manifiestamente a dejar de trabajar con ustedes (Inversis).

– No me importa la cantidad de cajeros que tengan repartidos por la ciudad; sólo existe una palabra para describir las comisiones que su entidad cobra: robo (CajaMadrid).

– Si me juran sobre la biblia que no me van a cobrar comisiones jamás por esa tarjeta que me ofrecen, lo mínimo que espero es que sea así. O al menos que tarden más de dos semanas en desdecirse e intentar clavármela (BBVA).

– Me han llamado doce veces invitándome a ir a visitar sus nuevas oficinas y todavía no he pasado por allí, ¿no saben captar una indirecta? Si lo que sucede es que necesitan imperiosamente que alguien haga acto de presencia por aquello de justificar su inversión díganmelo claramente, mencionen un buen jamón regado con vino del país y me lo pensaré (ING).

– Cuando su banco on-line tenga pinta de haber sido desarrollado por alguien que no sea el becario sobrino del presidente, llámenme (Banesto).

– No, ese tipo de ínterés que me ofrece para un crédito personal no es lo que yo entiendo por «sumamente ventajoso» ni «unas condiciones especiales para nuestros mejores clientes» (CAM).

– Si intentan cobrarme 35 euros por cancelar una cuenta con un saldo medio de 15 durante los últimos tres años no se lamenten luego de que les llamen peseteros (La Caixa).

– No digo que su plataforma web sea mala, sencillamente que hay otra que a mí me funciona mejor. Por favor, no insista, no me va a convencer (IG Markets).

– Se lo repito, no sé de dónde han obtenido mis datos personales ya que no tengo ni he tenido abierta ninguna cuenta con ustedes, pero jamás he solicitado la tarjeta de crédito que ha llegado a mi domicilio. Y no, no estoy interesado (CitiBank)

– Si a mi señora no le cobran comisiones y a mí sí, no esperen que yo abra una cuenta en su banco. No me va eso de la discriminación positiva. Sobre todo si soy yo el discriminado (Santander).

Y luego somos los de Telefónica los que nos llevamos la mala fama…