Orientación al cliente. El mantra de los últimos años en el mundo de la empresa. Un dictado que, sin embargo, la realidad se empeña en demostrar que continúa supeditado, dÃa sÃ, dÃa también, a otro de orden superior: la generación de valor para el accionista, auténtico foco de la gestión empresarial desde mediados de los años setenta.
¿Cliente ó accionista? The Age of Customer Capitalism es un artÃculo de lectura obligada a la hora de alimentar el debate entre ambas alternativas. Porque, no conviene olvidar, y asà lo recoge el propio estudio, no es posible optimizar simultaneamente la satisfacción del cliente y el valor generado para el accionista. O bien se trata de optimizar el valor para el accionista asumiendo el menor daño sobre la satisfacción del cliente ó se intenta maximizar la satisfacción del cliente asumiendo que se estará perjudicando un tanto el valor generado al accionista.
Y desde hace más de 30 años es el valor al accionista el eje sobre el que gira la gestión y estrategia de la empresa. Por mucho que en los planes y presentaciones de marketing se coloque al cliente y su satisfacción como el objetivo número uno. El autor del artÃculo, Roger Martin, propone romper con este arraigado concepto argumentando que es imposible aumentar indefinidamente el valor del accionista dada la relación existente entre el precio de la acción y sus perspectivas futuras, que no pueden crecer de manera ilimitada. Más aún, el trabajo del profesor Martin presenta datos que cuestiona la bondad de los resultados obtenidos históricamente bajo este modelo de gestión para los propios accionistas e incluso presenta casos de éxito de empresas auténticamente volcadas hacia la figura del cliente (Johnson & Johnson, Procter & Gamble, RIM; me atrevo a añadir a la lista a compañÃas como Google y Apple) que son capaces de generar retornos al accionistas cuanto menos equiparables a las de sus competidores con foco en el accionista.
La explicación a por qué empresas que se rigen bajo el criterio de maximizar la satisfacción del cliente en lugar del valor generado para el accionista consiguen resultados comparables a aquellas empresas enfocadas a este segundo objetivo reside en el mayor foco sobre el negocio que sus ejecutivos pueden poner una vez liberados de la presión de gestionar y alimentar las expectativas del accionista. Es decir, si en lugar de perseguir como una obsesión garantizar el pago del dividendo comprometido o tratar de incrementar el valor en el mercado de la acción la empresa se centra en el cliente y en la propia evolución del negocio, indirectamente los retornos al accionista pueden ser igualmente positivos.
Un cambio de visión que representa todo un reto, particularmente en compañÃas ya consolidadas y que no tengan desde su nacimiento el gen de la orientación al cliente en su ADN. Un enfoque nuevo, una cultura de empresa diferente que se refleja a la perfección en una anécdota que cita el artÃculo: coincidiendo con su salida al mercado, los fundadores de RIM establecieron que cualquier directivo que hablase en el trabajo sobre el valor de la acción tendrÃa que pagar un donut a cada empleado de la compañÃa; una penalización fácil de asumir en los primeros tiempos pero que se complicó conforme la empresa crecÃa. En 2001, Don Morrison, COO de la compañÃa, tuvo el desliz de debatir en un encuentro con analistas sobre el crecimiento experimentado en el valor de la acción durante los meses precedentes: se vio obligado a repartir donuts en el siguiente encuentro semanal para los más de 800 empleados que por aquel entonces tenÃa la empresa. Desde entonces no se tiene constancia de ninguna otra infracción a la regla.
¿Cuántos donuts tendrÃan que repartirse en tu empresa si se aplicara el criterio de RIM?
andresvegas
13 years ago
Nacho: Totalmente de acuerdo en que ambas dimensiones están ligadas. El matiz viene de cuál es tu foco fundamental: si adquieres ciertos compromisos con tus accionistas puedes estar limitando tu margen de maniobra para gestionar tu negocio. Si, por ejemplo, garantizas a tus accionistas un dividendo de X euros durante los próximos cuatro años quizá no estés en disposición de lanzar ese plan de fidelización de tus clientes de mayor antigüedad y tengas que seguir jugando a ver quién captura más nuevos clientes. Ese es un poco el debate.
Pepo: 😳
Pepo
13 years ago
En la mÃa no sé, pero en la tuya Andrés tengo la imrepsión de que os ibáis a hartar a comer donuts.. 😉
igrgavilan
13 years ago
Andrés,
te contesto sin haber leÃdo el artÃculo que mencionas, asà que a lo mejor me pierdo algo. Salvo que algún estudio demuestre fehacientemente lo contrario, en realidad, al menos visto cualitativamente, no deberÃa existir contradicción.
En mi opinión, el objetivo final es el accionista (o el inversor o lo que quiera que sea el objeto, explÃcito o implÃcito, de una empresa). Sin embargo, parece imposible, al menos de manera sostenible, conseguir beneficios, crecimiento, etc (y, por tanto, tener contento al accionista) sin conseguir tener setisfechos y fidelizados a los clientes.
Asà que, en mi opinión, la discusión es más conceptual que práctica: accionista y cliente no deberÃan ser objetivos contradictorios.