Como dirÃa mi estimado Pérez-Reverte, hay dÃas en los que dan ganas de echar el cierre; hacer la maleta, coger el primer vuelo que salga de la terminal internacional de Barajas y dejar atrás este paÃs de caricatura. Hoy es uno de esos dÃas.
La historia: me acerco al hospital de La Paz para donar dieciséis cajas de leche. Se trata de una fórmula especial que le fue recetada al enano, tratamiento que tuvimos que cancelar a las pocas semanas al detectársele una alergia. Como resultado, me encuentro con cerca de 1.500 euros de leche amontonados en mi despensa, leche  que no voy a poder consumir y que a buen seguro a alguien le podrÃa venir muy bien. Puesto en contacto con la unidad de lactodietética del hospital me confirman muy amablemente su disposición a hacerse cargo de la leche. Tan sólo, me aseguran, tengo que acercarme hasta allà y algún celador se encargará de recogerla en mi vehÃculo y trasladarla para su almacenamiento. Que muy agradecidos y tal porque es un producto caro y viendo cómo están las cosas cualquier ayuda es más que bien recibida.
Fácil y rápido. O eso parecÃa. Hasta que topé con el encomiable espÃritu del trabajador español y más especÃficamente de la elogiosa actitud de servicio del empleado público. Esa misma predisposición que dispara nuestros niveles de productividad a tasas inimaginables. Esa misma entrega y pasión en el trabajo que ha conseguido que estemos como estamos.
Ya en el hospital empieza mi lento y tortuoso peregrinar de ventanilla en ventanilla. De lactodietética a urgencias, de urgencias al supervisor de planta, del supervisor de planta de nuevo a lactodietética y de ahÃ, una vez más, al supervisor de planta. Cuando la última barrera parecÃa vencida, superada una y otra vez la irresistible tentación de mandar todo a freÃr a espárragos y poner la leche a la venta en eBay, topamos con la iglesia. O mejor dicho, con los sindicatos, los convenios colectivos y la madre que los parió. O, en castellano, con las pocas ganas de trabajar. Porque cuando por fin todo parecÃa explicado y aclarado (no señor, no vengo a vender nada, todo lo contrario, vengo a donar algo, no, no voy a cobrar nada, le repito que es una donación) y consigo llegar a conserjerÃa ya con todo aprobado para que el amable celador de turno se haga cargo de la mercancÃa resulta que no, que es imposible. Que su convenio especifica muy claramente que la actividad del cuerpo de celadores se desarrolla especÃficamente dentro del recinto hospitalario y que de acercarse al estacionamiento nada de nada. Trato de explicar que es una situación excepcional y que al fin y al cabo estamos hablando de la entrega de un producto dirigido a niños lactantes con problemas, que yo sólo quiero ayudar. Que es cosa de un par de minutos. Como quién oye llover. Los cinco, sentaditos, mirando al tendido dejando muy claro que la cosa no va con ellos y que ninguno tiene la menor intención de ser el esquirol que rompa la disciplina obrera frente a las reclamaciones abusivas de la patronal. Y por favor si no desea nada más cierre la puerta al salir que hay corriente. En parte entiendo su malestar, no les culpo; al fin y al cabo mi llegada interrumpió un más que fascinante debate sobre las últimas compras navideñas pendientes. A quién se le ocurre. Y con la hora del desayuno a la vuelta de la esquina como quien dice. ¿Y si me prestan un carrito para traer las cajas yo mismo hasta aquà y asà no les molesto, que dieciséis cajas son un puñado de kilos? Imposible, es equipamiento del hospital y tampoco puede salir de aquÃ. Lo dicho, cierre al salir.
Total, que uno trata de hacer lo que cree correcto y se encuentra luchando contra mil y un impedimentos que terminan por desmoralizarle. Rumiando entre dientes el mosqueo tamaño quince que llevo en ese momento me dirijo a la salida decidido a volver a casita dando por fracasada la operación; es entonces cuando me cruzo con una camilla en la que un chaval de no más de dos años, sedado, entubado, se dirige acompañado de su llorosa madre a la zona de quirófanos. Y recuerdo para qué estoy allÃ. Y caigo en la cuenta de que no puedo permitir que cuatro impresentables amparados por su inviolable convenio consigan que me vaya como llegué. Resuelto a todo, decido recurrir al primo de zumosol. Me acerco al cercano McDonalds en el que tantas tardes pasé hace unos meses y les cuento la historia para ver si me pueden echar un cable. Como en las pelis, los yankees al rescate. En dos segundos tenÃa un carrito a la puerta. No gracias, me basto solo, no hace falta que me acompañéis. Dicho y hecho. En tres minutos he descargado el maletero y estoy de nuevo en la puerta del refugio de descanso del cumplidor cuerpo de celadores del hospital. Ah, es usted de nuevo, pues sà que son cajas sÃ, lactodietética, ¿verdad?, sÃ, déjelas aquà que ya nos hacemos cargo nosotros. Cierre al salir, por favor.
A la vista del fervoroso entusiasmo que han demostrado en todo momento probablemente no la entreguen hasta mediados de la semana que viene. Pero si no es esta semana será la próxima. Da igual. La leche no caduca hasta dentro de varios meses. Misión cumplida. Toda una aventura, pero vuelvo contento a casa.
Escucho en el telediario lo necesaria que es la reforma laboral para superar la crisis, las posturas enfrentadas entre sindicatos y empresarios. No señores, lo que hace falta no es un nuevo tipo de contrato. Ni modificar las condiciones de despido. Ni más subvenciones. Aquà lo que hace falta son ganas de trabajar. De poner todo de tu parte para que las cosas salgan adelante, ya trabajes en el sector público o en la empresa privada, ya seas jefecillo o currito llano. Y de eso, lamentablemente, vamos muy escasos.
Los ingenieros emprenden más que los MBAs, sorpresa | Incognitosis
12 years ago
[…] falta serlo, basta mirar al prójimo en el curro) me ha hecho confirmar que como dice Andrés en un post magistral, en este paÃs no hacen falta reformas laborales, ni nuevos tipos de contratos, ni modificar las […]
batlander
12 years ago
Curiosamente en La Paz operaron hace ya muchos años a mi abuelo de la rodilla y no se para que leches necesitaban no se que informe. Pues bien, el informe estaba en el piso 9 y habia que bajarlo al 5.
Para hacer tan ardua tarea teniamos que esperar una semana; mi madre se ofrecio a bajarlo ella misma pero le dijo el medico que no, que los celadores y enfermeras tenian un convenio de la hostia que al final hacia eso imposible porque te inmiscuias en su «espacio laboral»……
Resultado, mi abuelo estubo semana y media de mas ocupando cama y siendo un coste al estado por estos vagos impresentables.
Nerecan
12 years ago
Soy seguidor nuevo de tu blog y me he estrenado con este gran post. Muy bien relatado. Es una historia que lamentablemente se repite a diario.
Estoy contigo en que lo que falta son ganas de trabajar, pero sobre todo que te guste lo que haces. Cierto es que el 99% de la población trabaja por dinero, pero hay que estar agusto con lo que uno hace para poder de verdad hacerlo bien.
Los celadores esos serán los primeros en ir a la huelga cuando quieran recortar la plantilla, porque para que tener a 5 hablando de las rebajas si seguro que con 1 o 2 basta…y claro, para quejarse si saldrán del hospital, faltarÃa más!
andresvegas
12 years ago
Gracias a todos! Supongo que es más fácil inspirarse a partir de experiencias como esta que analizando números…
Goyena, bienvenido! En todo caso, no entiendas el post como una crÃtica al papel de los sindicatos sino hacia una actitud tristemente generalizada en nuestro paÃs. Eso sÃ, comparto contigo que probablemente desde los sindicatos se podrÃa hacer algo más para erradicar este tipo de comportamientos.
Antonio: tampoco era mi intención criticar el funcionamiento de la sanidad pública, sino únicamente la deplorable actitud de algunos. De hecho, hace algún tiempo me declaré fan de la sanidad pública: http://www.andresvegas.es/2011/10/cajon-desastre/fan-de-la-sanidad-publica
Saludos.
Goyena
12 years ago
Hola Andrés. Vengo directamente de revisar los post de Javier Pastor en incognitosis en el que se despedÃa del año recordándote como un buen amigo (lo que no es cualquier cosa para los que le seguimos desde hace años) y me ha encantado tu post.
Soy delegado sindical y me cuesta expresar a mis compañeros del trabajo y a mis «superiores» del sindicato, que tenemos que salir de las posturas manidas que nos han traÃdo a esta situación y pensar de otra manera. Tu has conseguido expresarlo de manera amena y meridianamente clara.
Tienes un nuevo lector asiduo.
Antonio MartÃn
12 years ago
¡Mi sincera enhorabuena! Encomiable acción y tesón.
Conozco muy bien el sector sanitario y estoy contigo en que falta responsabilidad y juicio. Dentro de unos años, la sanidad será totalmente de gestión privada y se llevarán las manos a la cabeza y protestarán. Y no entenderán por qué el sistema ha devenido en ello. Si todo era eficiencia «en la mejor sanidad pública del mundo». Si se trabajaba mucho y bien, y además faltaba gente. Y muchos dirán que la culpa es de los «ultraliberales» que sólo velan por la rentabilidad.
Un saludo
javipas
12 years ago
Tu mejor post hasta el momento, Andrew. Fantástico, y ole tus h***** españoles ante tamaño reto.
Fran
12 years ago
Si en un hospital como la paz, supuestamente de lo mejorcito del paÃs, si hablamos de una donación de leche para recién nacidos y la historia termina asÃ… Qué pena. Qué encabronamiento