Post-it #20. Sobre tomar decisiones
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Hace hoy prácticamente tres meses conseguí lo que muchos considerarán una auténtica hazaña: vender mi apartamento. No fue fácil. Concretamente no fue sencillo aceptar que el valor en el mercado de mi vivienda distaba mucho del que, inocente de mí, tenía en la cabeza; una cifra próxima al de los máximos de hace un par de años y en línea con el que la gran mayoría de mis vecinos anunciaban propiedades similares a la mía.
Ejercicio del día: un análisis de la evolución del precio de la vivienda en España durante estos últimos años desde un caso práctico, el de mi apartamento.
– Adquiero mi vivienda en 2001 a un precio digamos de 100.
– Cuatro años después, en 2005, viviendas similares a la mía en el mismo bloque se venden a un precio un 30% superior al que yo había pagado.
– Tres años más tarde, siete desde la fecha en el que yo compro, el precio de mercado ha aumentado otro 30% y alcanza máximos; un 65% por encima de lo que yo había desembolsado.
– En 2011, diez años después de comprar, vendo la vivienda por un precio alrededor de un 10% superior al de adquisición. Esto es, desde máximos, en tan sólo tres años, el precio de la vivienda ha caído en torno a un 30%, habiendo retrocedido al mismo nivel de precios que durante los años 2003-2004. Sí, tu vivienda ha perdido ya un tercio de su valor.
– La inversión en ladrillo: en mi caso, el precio de la vivienda adquirida hace diez años no acumula ni un 1% de revalorización anual; tasa por debajo de la inflación del periodo (un acumulado del 31,6% para estos diez años según dato del Instituto Nacional de Estadística) y que a duras penas cubre los gastos asociados a impuestos varios, gastos de compra-venta e intereses de la hipoteca.
Aún con todo, visto como están las cosas, he de darme por satisfecho. Todavía hoy es posible encontrar en diferentes portales inmobiliarios al menos dos apartamentos de mi antiguo edificio con el mismo precio de venta que en 2008. Mi impresión es que jamás conseguirán un comprador que lo pague. Quizá sus nietos.
Si estás tratando de vender tu vivienda, puede que esas cifras te ayuden a fijar un precio ajustado al mercado de hoy; toma ese valor que tenías en la cabeza y réstale un 20%, sabiendo que en la negociación tendrás que rebajar probablemente ese otro 5-10%. Si la compraste en los años 2003-2004 no tienes ni que hacer los cálculos: asume que, si tienes suerte, conseguirás venderla al mismo precio por el que la adquiriste. También puedes usar el Método Vegas de Valoración de Inmuebles, no debería haber grandes diferencias. Precios ajustados, pero acordes con la realidad que nos rodea. A cambio, tendras una clara ventaja a la hora de competir con todos tus vecinos que todavía hoy mantienen esos desfasados precios de venta de hace unos años. Es el único camino si realmente quieres vender.
Como algunos de vosotros ya sabéis, he pasado buena parte de estos últimos meses entrando y saliendo del hospital. Una experiencia desde luego poco recomendable pero de la que he sacado algunos valiosos aprendizajes. Uno de ellos es que tenemos una sanidad pública que no nos merecemos. En el buen sentido. Hasta ahora había tenido la fortuna de no tener que afrontar en primera persona ninguna situación médica particularmente grave; mi experiencia en hospitales y centros de salud públicos era mínima y por lo tanto mi capacidad para juzgar el funcionamiento de la sanidad pública en España muy limitada. Tras estos interminables meses me considero ya en disposición de opinar con conocimiento de causa al respecto: sin lugar a dudas tenemos la inmensa fortuna de contar con unos servicios sanitarios excepcionales. Como todo, mejorables en algunos aspectos. Pero la valoración general es de sobresaliente, muy particularmente en lo que se refiere a la capacitación, disposición y actitud de todo el personal.
Escucho las noticias sobre los recortes de servicios sanitarios en Cataluña y me dan escalofríos. Después de pasar por lo que he pasado veo claro que mantener el nivel de servicio que hoy recibimos debe ser una prioridad para todos. Quizá debamos racionalizar aspectos asociados a los mecanismos de gestión de los recursos existentes; probablemente alguien debería reflexionar acerca del desmesurado número de hospitales que se están inaugurando en cada esquina (situación que los propios profesionales del sector critican a la vista del limitado servicio que estos nuevos centros ofrecen mientras que hospitales consolidados parecen al borde de la ruina dado lo reducido, por no decir inexistente, de las partidas de inversión en mantenimiento). Pero no podemos permitirnos el lujo de dejar que el nivel de servicio que recibimos en algo tan crítico como es nuestra salud se deteriore lo más mínimo. Da igual si gobiernan los unos y los otros, la sanidad debe seguir siendo una prioridad por encima, me atrevo a decir, de cualquier otra.
Públicamente me declaro hoy fan de la sanidad pública en España. Si tuviera página en Facebook ya habría pulsado el Me gusta. Que siga así por muchos años.
PD: Permitidme que aproveche el post para mostrar mi eterno agradecimiento a los equipos de Neonatología y Cardiología del hospital La Paz de Madrid. Doctor Quero, Antonio, Alex, Alicia, Lucía y todos los demás (neonatólogos, cirujanos, enfermeras, auxiliares) siempre estaremos en deuda con vosotros.
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